LA ESCRITURA

Las inscripciones fenicio-púnicas, nos han llegado en el llamado alfabeto linear fenicio, creado en Fenicia en la segunda mitad del II milenio. Antes de inventarse tal alfabeto hubo ya a mediados del II milenio varios intentos de crear un sistema gráfico más simple que el cuneiforme sumero-acadio y el jeroglífico egipcio basados en la mezcla de signos polivalentes ideográficos y fonéticos.

El sistema fenicio, consiste en establecer una relación individual e invariable entre un sonido (fonema) y un signo. En los sistemas anteriores, un mismo sonido podía tener varias representaciones gráficas, y un signo a su vez podía designar diversos sonidos dispares. El sistema alfabético cuneiforme de Ugarit primero y el linear fenicio enseguida, normalizan estas relaciones de modo que un sonido sólo pueda ser representado por un determinado signo, y que ese signo (letra), represente siempre el mismo sonido.

Gracias a este principio, el alfabeto fenicio es inequívoco y muy simple, ya que el número de fonemas o sonidos significantes en un idioma histórico dado es siempre limitado.

Los alfabetos fenicios, representan sólo sonidos consonánticos; las vocales no se escriben. En este punto, siguen el modelo del jeroglífico egipcio de estructura puramente consonante. Al leer un texto, el lector fenicio suple estas vocales no escritas en virtud del conocimiento que tiene de su propia lengua. La relación sonido-signo del alfabeto fenicio supone un extraordinario poder analítico y de abstracción fonética en su inventor, que por supuesto es anónimo. Este carácter invariable de esta relación hace que el alfabeto sea sumamente adaptable a las diferentes lenguas.

Evolución del alfabeto

El alfabeto fenicio, como el hebreo y los demás alfabetos semíticos antiguos (a excepción del ugarítico con sus treinta signos), consta de veintidós legras. El texto se escribía de derecha a izquierda. Las formas de cada uno de los veintidós signos pueden variar según el tipo de documentación (inscripciones monumentales en metal o piedra, o más cursivas, en papiro, cerámica, etc...) y desde luego según las modas del lugar y la época. Se suelen distinguir, como el idioma, tres tipos de escritura:

- El tipo fenicio propio de las inscripciones siro-palestinas y zonas del Mediterráneo oriental, de carácter más bien seco, comedido y conservador.
- El tipo púnico o carthaginés, occidental, más elegante y brioso, de lectura agradable.
- El tipo neopúnico, empleado por lo general en los antiguos dominios púnicos tras la conquista romana, a veces ligero, con frecuencia descuidado e irregular, de lectura difícil debido a su carácter fuertemente cursivo y ligado.

Las letras, tuvieron cada una su nombre, es decir, el de la cosa representada por el dibujo que subyace a la forma linear del signo. El diseño puede retrotraerse en parte a formas del II milenio a. C. El nombre de alfabeto, proviene del de las dos primeras letras el signario: ´alp (el buey) y bèt (la casa).

El material epigráfico del Sureste es hoy por hoy relativamente limitado, como por lo general el del resto de la península. Al material en escritura alfabética habría que añadir los documentos púnicos escritos con los signarios ibéricos, con los que hay que contar precisamente en el Sureste hispánico. De hecho, los signarios ibéricos se inspiran, como sistema gráfico, en el alfabeto fenicio de las colonias púnicas y fenicias del Mediodía ibérico y en el griego de las colonias del Levante, sobre todo para la notación de las consonantes líquidas, nasales y sibilantes y de los fonemas vocálicos.

El sistema gráfico ibérico sólo puede haber sido creado entre el 600 y el 450 a. C. en una zona de encuentro de las culturas griega y fenicio-púnica. Se puede asegurar con cierta seguridad, que el sistema gráfico ibérico surgió en el ámbito de simbiosis cultural feno-púnica, ibérica y griega del Sureste peninsular en torno al 500, desde donde se extendió, diversificando en varios grados su morfología, hasta el Algarbe y las costas del Mediodía francés como vehículo gráfico de los dialectos ibéricos, y por el valle del Ebro y la Meseta, donde fue adaptado a los dialectos celtas.


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