EL FINAL DEL IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE

Aecio, último romano (434-454), en su desesperada lucha por la salvación de Roma, recuperará las Galias, mejorando sensiblemente las relaciones con el Imperio de Occidente. La aplicación en las dos zonas de la codificación de Teodosio II, servirá más tarde de base para la legislación de los pueblos germánicos integrados en los territorios romanos. Pero este acercamiento político entre Occidente y Oriente se verá roto más tarde por la aparición de nuevas herejías, el monofisismo y el nestorianismo.

Continúan las acciones desestabilizadoras en todo el mundo romano a cargo principalmente de los pueblos germanos. En el 439, se firma un tratado de paz con los visigodos, los vándalos conquistan Carthago y dos años más tarde los anglos y sajones toman Britania.

Atila, nuevo kan de los hunos, ataca a Bizancio y obliga a Teodosio II a pagarle un fuerte tributo, de tal cuantía que colocará al Imperio de Oriente en difícil situación. Luego los hunos tomaran la Galia.

Entre tanto, Aecio, que organizaba una confederación germánica para oponerse a las hordas de Atila, los ataca durante el saqueo de esta ciudad y provoca su huida, para derrotarlos días más tarde en la batalla de los Campos Cataláunicos.

El éxito se capitaliza fundamentalmente por los visigodos, a quienes trata Aecio de disminuir su creciente poder impidiendo el exterminio de los hunos, al permitirles su retirada. Esta maniobra, no sería comprendida en la corte romana, y esto aunado a otros incidentes políticos, provocaron su asesinato en el 454.

La aventura de Atila, terminaría tras un nuevo intento de invasión, del que desistió por la intervención personal de León I.

Máximo, sucesor de Valentiniano III, sube al inestable trono del Imperio de Occidente y contrae matrimonio por la fuerza con la viuda de su antecesor, la que recurre en demanda de socorro a Genserico. El caudillo godo responde con el asalto de Roma desde el mar en el 455, sometiéndola a un prolongado saqueo en el que la intervención del pontífice evitó una terrible venganza.

Este mismo año, será saqueada también la zona occidental de la Carthaginense por el rey suevo Rechiario, que será finalmente derrotado por Teodorico II y muerto en su huida.

Nave de guerra visigoda

El último intento del Imperio de Occidente para la reconquista del norte de África, correrá a cargo del emperador Mayoriano, quién saldrá de Arlés para Cartagena, vía Zaragoza, con el proyecto de embarcar en su flota y concentrarla a tal fin en el Golfo Ilicitano.

Las naves de los vándalos sorprenderán ancladas a las romanas, destruyéndolas o apresándolas casi en su totalidad, por lo que Mayoriniano, dándose por vencido, regresará a Italia a través de la Galia.

En rey visigodo Eurico, al frente de uno de los pueblos germánicos más romanizados, aborda el ambicioso proyecto de sustituir a los romanos en un extenso dominio, fundando un Estado visigodo que abarcaría desde el Tajo hasta el Loire, y que habría de regirse por el Código de su nombre. Dejarán de ser simples mercenarios al servicio de los romanos, para convertirse en un reino independiente a partir del 454.

Un ejército indisciplinado, se adueña del cetro romano, que retira u otorga a su arbitrio, y un jefe mercenario, Oretes (antiguo servidor al parecer de Atila), nombra emperador a su hijo Rómulo. Una nueva revuelta, destronará al flamante y último emperador (476) del Imperio de Occidente, pereciendo Orestes en la contienda. Queda pues, como única cabeza visible del mundo romano la del Imperio de Oriente, con capital en Bizancio.

Pero la paz no será duradera para los visigodos, ya que en el 507, Clodoveo, rey franco, derrotará a Alarico II en la batalla de Vouillé, y sólo el apoyo del ostrogodo Teodorico el Grande les permitirá conservar el dominio de las costas franco-italianas y su posterior penetración en Hispania para reforzar los últimos asentamientos efectuados en el 494.

A partir de ahora, el mundo urbano perderá su importancia para ceder el protagonismo al mundo rural, y el industrial correrá igual suerte ante la preponderancia del mundo artesanal. No escapará a esta reestructuración el mundo comercial, que será reemplazado en gran medida por una economía de trueque.

Pero todo ello no nos privará de la pervivencia de la cultura romana en el Sureste peninsular hasta esos últimos siglos. Espléndida realidad ésta a la que el dominio bizantino pondrá broche de oro y nos despedirá desde Carthago Spartaria, la admirada ciudad de las altas torres, con el entrañable mensaje del patricio Comenciolo, aunque enviado de Bizancio contra "el enemigo bárbaro, maestro de la milicia hispánica" y por cuya rectoría debería alegrarse Hispania "mientras los polos giren y el sol cirdunde el orbe". Naturalmente, la alegría no alcanzaría tal duración, pero el foco cultural romano nos alumbraría todavía hasta el primer cuarto del siglo VII.


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Asoc. Cultural Mastienos, Cartagena. 1999-2002