LOS FENICIOS

Una vez que los fenicios hubieron controlado los puntos claves del Mediterráneo Oriental (Chipre, Rhodas, Creta, costas egipcias y libias), decidieron extenderse hacia la cuenca oriental.

Según nos ha llegado, los fenicios plantearán una organización comercial de gran magnitud. Estos proyectarán la instalación de enclaves o factorías en puntos estratégicos para el control de las rutas caravaneras y del tráfico marítimo, situándolos en lugares a cubierto de ataques por sorpresa. Se instalan en promontorios costeros o islotes próximos a la costa, garantizándose así el clima de seguridad y de no-injerencia socio-política con los poblamientos del entorno, de acuerdo con las tradicionales normas del comercio oriental.

Sabían que los aqueos habían forzado el Estrecho de Mesina, restableciendo la antigua ruta neolítica, para asentarse en Sicilia y conectar desde allí con el norte de África, y con la Península Ibérica, a través de Cerdeña y de las Baleares. Pero serán ellos, los que relacionen a ambas cuencas mediterráneas de forma estable y será hacia el siglo XI a. C. cuando aparezcan ya firmemente instalados en el Mediterráneo Occidental.

Las fundaciones fenicias llegaron hasta la cuenca occidental del Mediterráneo, obteniendo cuantiosos beneficios con el comercio de la plata, con los que financiaron colonias en Sicilia e islas próximas, Libia, Cerdeña e Iberia. Avieno en su "Ora Marítima", manifiesta que entre las costas de Almería y Cartagena, vivían ya los fenicios en esta etapa precolonial, aumentando su número hacia las regiones del Sur.

La constante demanda de metales a los pequeños reinos costeros que contaban con reservas mineras les permitirá equilibrar sus economías, pero también habrán de hacer frente a las presiones despertadas por la codicia de las comunidades meseteñas, ante el alto nivel de vida alcanzada por las ciudades costeras. Conseguirán neutralizarlas y ello hará posible el que surja en estos territorios un reino tan importante como el de Tartessos.

Los primeros asentamientos de importancia que realizaron los fenicios fueron en torno a tres principales cuencas mineras: Río Tinto (Huelva), Cástulo (Jaén) y Cartagena. En principio, se reducirán a simples enclaves sin ocupación territorial apreciables, con el objetivo de controlar el tráfico marítimo y de metales. Pero posteriormente extenderán sus factorías desde el cabo de San Vicente al de San Antonio, con posible ampliación a Cullera, en lo que se refiere a la explotación pesquera. Así, conquistaron todo el litoral del Sureste y Levante ibérico, fundando Malakka (Málaga), Sexi (Almuñécar), Abdera (Adra) y Quart-Hadast (Cartagena).

Posteriormente, ampliaron estas factorías destacándose la fundación de Ibiza y la de Villaricos en la costa almeriense.

Finalizando el primer ciclo precolonial, abordarán los fenicios su plena etapa colonizadora en el Mediterráneo Occidental. Regularizarán para ello sus rutas, partiendo de las bases metropolitanas y enclaves del Mediterráneo Oriental para hacer escalas en Chipre, Rhodas y Creta, desde donde se dirigirán a Dubrovnik, Malta, Sicilia, costa itálica o a los puertos púnicos de Carthago, ciudad en la que recaería más tarde el peso de su poderío mediterráneo.

Zonas de influencia y rutas fenicio-púnicas y griegas en el Mediterraneo Occidental

Quart-Hadast, la actual Cartagena, es la más reciente fundación de los fenicios de Occidente, situándose sobre o en las proximidades de Mastia, la capital de la gran provincia tartesia oriental. Recibirá el mismo rango de ésta, pero sobre un territorio todavía mayor que el mastieno, el de la Iberia carthaginesa. La ciudad se proyectó con fines estratégicos, políticos y comerciales (base marítima, fácil defensa a ataques del interior, la explotación de su rica sierra minera).

La población mastiena, podía situarse en las estribaciones de la sierra del Atalaya, que llegaba sin la interrupción actual a la ensenada del Mandarache, antes de efectuar el desvío de la rambla de Benipila, para construir en su seno el Arsenal Militar. En esta ensenada estuvo situado el puerto antiguo de Cartagena, cuyo tráfico marítimo fue muy importante. Es indudable, que este asentamiento mastieno en la zona noroeste de la bahía de Cartagena, si bien era idóneo para el tráfico comercial de la época, no reunían las condiciones defensivas necesarias para defenderse de las posibles invasiones.

Pero por el contrario, Cartagena contaba también con una rocosa península defendida por cinco colinas, con un protegido valle interior, rodeada por el mar y la laguna con un sexto promontorio más al este dominando el istmo, único acceso a ella por tierra firme. Estas condiciones de fortaleza natural permitirá sostener favorablemente a la plaza fuerte cartagenera una larga serie de asedios hasta tiempos contemporáneos.

Ello justificaría la fundación de Quart-Hadast en este reducto a finales del siglo III a. C. El poblado mastieno entraría en órbita de decadencia, y entre sus ruinas, surgiría una nueva ciudad, que se convirtió, en capital de un más amplio territorio del que había sido hasta entonces provincia mastiena.

Desde que en el Sur peninsular se empiezan a notar las influencias de las culturas orientales del Mediterráneo, a través de los primeros contactos fenicios, más o menos a partir del siglo IX a. C., la sociedad indígena, heredera de la cultura del Bronce pleno de las comunidades locales, inicia un período de profundas y decisivas transformaciones que van a afectar a todos y cada uno de los aspectos sociales, económicos y materiales. Cabe destacar, el panorama cultural que se produce como consecuencia de la expansión de la cultura orientalizante desde los centros del sur andaluz, que alcanza su apogeo hacia el siglo VI a. C. y también se ha de destacar la cultura llegada de los contactos directos de mercaderes fenicios y griegos a las costas de Levante, iniciados hacia el siglo VIII a. C.

El origen de esta atracción comercial de la Península Ibérica, hay que buscarlo en su riqueza minera, básica para la actividad metalúrgica, y tiene sus antecedentes en el II milenio a. C. De hecho, los navegantes fenicios, son los herederos de las rutas marítimas aqueas en occidente. La profunda aculturación fenicia en el Sur y la implantación del modelo urbano en nuestra tierra insinúa una larga fase previa que podríamos llevar a tiempos muy remotos.

Las relaciones entre los grupos indígenas y los comerciantes mediterráneos tuvieron otra consecuencia inmediata que repercutió considerablemente en el avance tecnológico de la sociedad ibera, ya que junto a las mercancías llegaron también innovaciones técnicas que afectaron directamente a las diversas actividades. Estas novedades, tuvieron lugar sobre todo, en la minería y metalurgia (martillos, yunques, hornos de arcilla en forma de cuerno y prismáticas, pilas de trituración de mineral, sistemas de entibación de galerías, utilización del sistema de copelación con el plomo derretido...), construcción (empleo de la piedra, adobe, el tapial y la madera, empezando el uso del dintel y el arquitrave y ocasionalmente la falsa bóveda y el arco falso), técnicas agrícolas (introducción del arado de timón largo en una sola pieza con la cama curva, uso de legones, escardillos, podaderas, hoces...) y desarrollo de la industria de la cerámica (la producción de cerámicas se perfeccionó con técnicas de acabado y decoración de influencia mediterránea y con la asimilación de una amplia gama de tipos y modelos en los que se aprecian las raíces orientalizantes y egeas de los iberos).

Herramientas usadas en minería


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Asoc. Cultural Mastienos, Cartagena. 1999-2002