Las fuentes clásicas se centran principalmente en las excelencias y contundente eficacia de las armas fabricadas y utilizadas por los iberos. Evidentemente, son estas armas el exponente de una avanzada tecnología que se hace extensiva a una serie de instrumentos que en etapas anteriores o bien era muy escasa o era inexistente.
La fase cultural del ibérico pleno lo es también en cuanto al desarrollo de las técnicas de fundición, copelación y forja de metales, muy en especial del hierro. Evidentemente, tenemos constancia de procesos muy avanzados de elaboración de metales, sobre todo desde mediados del II milenio a. C., pero la presencia del hierro en la cultura ibérica irrumpe en los ámbitos tecnológicos de aplicación económica y va a originar una auténtica revolución del utillaje en general.
Si centramos este hecho en las explotaciones mineras litorales con centro en Carthago Nova, hemos de considerar como un hecho innegable que los estímulos a la producción y las exigencias de productos y manufacturas del foco minero van a ser un fuerte revulsivo para las poblaciones circunvecinas, renovando y redoblando en ellos su actividad agropecuaria y de producción en general. Este fenómeno exigirá cada vez más un instrumental adecuado y especializado para un mayor rendimiento en la producción.
También hemos de tener en cuenta, que la actividad minerometalúrgica, está íntimamente ligada a la presencia de técnicos de otros puntos del Mediterráneo que van a intensificar su influencia de aculturación con al aporte de formas de herramental de otras áreas y también de nuevos diseños como especialistas en las técnicas de elaboración de útiles metálicos.
El tratamiento de los metales se difunde y generaliza por todo el área de influencia ibérica, quedando claramente deslindada la aplicación de los metales y aleaciones. Oro, plata y cobre aleado van a tener un claro valor suntuario y ritual, mientras que el plomo quedaría relegado a un elemento casero por su fácil manipulación para reparaciones con lañas, pesas, lastres, placas y cuencos, dejando al hierro el papel de ocupar con pleno derecho todo lo referente a la tecnología de producción.
- El herramental: en la cultura ibérica hallamos un amplio conjunto de instrumentos en su mayoría orientados al trabajo agrícola y que tienen como característica principal su tipología funcional, hasta el punto que la mayoría de ellos han llegado a nuestro siglo sin apenas variantes en su fabricación. Entre los instrumentos agrícolas reconocibles hemos de destacar:
- Hoz, corvilla: para la siega de cereal y leguminosas.
- Podón y hocete: para las plantas herbáceas, cañas, poda arbórea y de vid.
- Azadón, azada, legón, rastro y arado: para la remoción de tierra de cultivo.
- Pico y picaza: para hacer hoyos.
- Escardillo: para escarda o recogida de herbáceas.
- Horca y rastrillo: para la recogida de heno o herbáceas en general.
- Laya y plantón: para la sementera.
- Tijeras, cuchillas, peines y husos: para el trabajo en textil (lana sobre todo).
- Cuchillos, chiflas y garaturas: para el curtido de pieles.
- Azuela, formón, sierra, serrucho, lima, escofina, barrena, hacha y cuñas: para el trabajo de la madera.
- Martillo de dos planos, martillo con boca, tenazas, pinzas, cincel y buriles: para la forja de metales, sobre todo hierro.
- Cincel, martillo, escoplo, alcotana y trépano: para la construcción y escultura.
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Asoc. Cultural Mastienos, Cartagena. 1999-2002
